Sin duda, Vancouver -que ha sido catalogado como uno de los mejores sitios para vivir en el mundo- me deja un dulce sabor de boca y pienso que es aún mejor que lo que muchos describen como primer mundo: sofisticada, con una conciencia comunitaria (allí el bien común es prioridad), altamente ecológica, gourmet, deportiva y rodeada de sorprendente naturaleza.
El exterior se disfruta aún más aquí que en ninguna otra ciudad canadiense, pues tienen el mejor clima del país con una temperatura promedio de 20 grados centígrados; por eso no es raro encontrar que sea la elección de muchos migrantes: japoneses, coreanos, chinos, rusos, ingleses, indios, italianos, griegos, han creado un verdadero mosaico cultural.
Te invitamos a conocer los principales atractivos de esta ciudad:
Stanley Park
Uno de los grandes pulmones de la ciudad es el Stanley Park, igualmente, es un lugar donde se ve que la gente gusta de tomar el lunch, para salir de las cuatro paredes de la oficina y llenar de oxigeno los pulmones.
Para quienes no llevan su propio lunch, una excelente opción es el restaurante The Teahouse, cuyos chefs estan avocados a utilizar únicamente ingredientes locales. Desde el reataurante se tiene una vista panorámica de la bahía y está rodeado de árboles milenarios. Los lugareños recomiendan pasar la tarde por aquí, ya que se tienen magnificas puestas de sol.
Con sus 405 hectáreas y una cerca de rompeolas de 11 kilómetros, este el parque urbano más grande de Norteamérica. La incesante actividad muestra que no es suficiente tener espacios naturalmente bellos, sino que es necesario vivirlos.
Algunos de sus barrios
En Gastown se disfruta caminar por sus calles y callejones empedrados, bordeados por edificios victorianos; son de llamar la atención sus restaurantes, librerías y tiendas de arte donde se encuentra una amplia muestra de pinturas y esculturas de los nativos canadienses.
Uno de los grandes atractivos es su reloj de vapor, localizado en una glorieta entre las calles Cambie y Water. Data de 1977 y es el único en el mundo.
Pegado a este, se encuentra el Barrio Chino. Faros, lámparas de papel y tela rojas y los letreros con los caracteres chinos junto con los dragones dorados que adornan los semáforos, nos hacen sentir que hemos cambiado de país. Este es el tercero en importancia después de los barrios chinos de San Francisco y Nueva York.
No hay que perderse de visitar el mercado, donde se pueden adquirir frutas y verduras, jengibre, granos y variedades de arroz, así como salmones, langostas, cangrejos azules y calamares que sobreviven en peceras y cubetas de plástico con hielo.
Yaletown, que tiene una gran cantidad de restaurantes, bares, cafés con terrazas, galerías, salones de belleza y spas, es el destino ideal para un refrigerio y descansar mientras se ve pasar a la gente que ha salido de sus trabajos. Una oportunidad de convivir con los locales en sus bares.
La Isla Granville
No hay como tomar un taxi acuático para visitar la Isla de Granville donde se encuentra el Mercado Público, una escuela de arte y un centro artesanal.
El mercado público acomoda una extraordinaria diversidad de comerciantes: hortalizas, carnicerías, pastelerías, pescaderías, importadores, productos autóctonos de diversas etnias, puestos de dulces y locales que venden comida ya preparada, entre muchos otros.
Justo afuera del mercado se encuentra una tienda de vinos locales; una microcervecería; un molino de café orgánico; tiendas de artesanías... De hecho, hay una serie de talleres donde se pueden ver a los artistas locales trabajando su obra, ya sea pintura, escultura, vidrio soplado, diseños de moda…
No hay que perderse de conocer la tienda de escobas: tiene modelos mejores que la Nimbus de Harry Potter. Realmente, es posible pasar un día entero por aquí, degustando y comprando.
Una excelente opción apra visitarlo es toamr un tour con Edible British Columbia, un guía te lleva por todos los recovecos y explica las regiones de donde provienen los alimentos, el movimiento del mercado y te invita a conocer y saborear las delicias de la gastronomía y sus productos locales.
Puente Colgante Capilano
Localizado al norte de la ciudad este parque natural cuenta con espacios espectaculares para apreciar mejor el bosque y sus árboles milenarios, como los abetos de Douglas –uno de ellos de unos 1300 años con 63 metros de altura y 6 metros de diámetro-.
La magia esta en su puente colgante de 70 metros de altura y con 137 metros de largo que cruza la cañada del río Capilano, el Puente Colgante Capilano crea una experiencia para dejar sin aliento a los visitantes.
Una vez que se cruza el puente se encuentran señalamientos a múltiples veredas y un circuito de 7 pequeños puentes colgantes que van de árbol a árbol y nos acercan a sus follajes, algunos de los cuales alcanzan una altura de 30 metros sobre la base del bosque húmedo. Esta experiencia se puede hace de forma independiente o tener una visita guiada.
El estelar es un Paso Volado que abrió el año pasado. Esta experiencia hace que se detenga el corazón. Con el piso traslucido da la sensación de estar parados sobre la nada. Su base metálica sujeta a la ladera de granito.
Grouse Mountain
También dentro de la ciudad se tiene acceso a la aventura y a los deportes de invierno –como el esquí y el snowboard- para acceder a Grouse Mountain hay que subir en teleférico que ofrece un paseo escénico con vistas panorámicas de Lower Mainland.
La montaña cuenta con un refugio para la vida silvestre y especies en peligro, como el lobo y el oso grizzly, además cuenta con shows y concursos de leñadores, veredas y rutas para alpinismo, demostraciones de cetrería y tours en helicóptero, y todo esto a sólo 15 minutos de Vancouver.
Con esta filosofía ecológica propia de Vancouver, este resort cuenta con electricidad eólica, producida por un Ojo del Viento, este molino de viento permite que la operación del parque se realice únicamente con energía autosustentable. La diferencia con otros es que es te puede visitar gracias a un elevador que permite subir hasta las hélices. Tiene una altura de 65 metros.
Por Alicia Boy | Viajes de Verano
Para quienes no llevan su propio lunch, una excelente opción es el restaurante The Teahouse, cuyos chefs estan avocados a utilizar únicamente ingredientes locales. Desde el reataurante se tiene una vista panorámica de la bahía y está rodeado de árboles milenarios. Los lugareños recomiendan pasar la tarde por aquí, ya que se tienen magnificas puestas de sol.
Con sus 405 hectáreas y una cerca de rompeolas de 11 kilómetros, este el parque urbano más grande de Norteamérica. La incesante actividad muestra que no es suficiente tener espacios naturalmente bellos, sino que es necesario vivirlos.
Algunos de sus barrios
En Gastown se disfruta caminar por sus calles y callejones empedrados, bordeados por edificios victorianos; son de llamar la atención sus restaurantes, librerías y tiendas de arte donde se encuentra una amplia muestra de pinturas y esculturas de los nativos canadienses. Uno de los grandes atractivos es su reloj de vapor, localizado en una glorieta entre las calles Cambie y Water. Data de 1977 y es el único en el mundo.
Pegado a este, se encuentra el Barrio Chino. Faros, lámparas de papel y tela rojas y los letreros con los caracteres chinos junto con los dragones dorados que adornan los semáforos, nos hacen sentir que hemos cambiado de país. Este es el tercero en importancia después de los barrios chinos de San Francisco y Nueva York.
No hay que perderse de visitar el mercado, donde se pueden adquirir frutas y verduras, jengibre, granos y variedades de arroz, así como salmones, langostas, cangrejos azules y calamares que sobreviven en peceras y cubetas de plástico con hielo.
Yaletown, que tiene una gran cantidad de restaurantes, bares, cafés con terrazas, galerías, salones de belleza y spas, es el destino ideal para un refrigerio y descansar mientras se ve pasar a la gente que ha salido de sus trabajos. Una oportunidad de convivir con los locales en sus bares.
La Isla Granville
No hay como tomar un taxi acuático para visitar la Isla de Granville donde se encuentra el Mercado Público, una escuela de arte y un centro artesanal. El mercado público acomoda una extraordinaria diversidad de comerciantes: hortalizas, carnicerías, pastelerías, pescaderías, importadores, productos autóctonos de diversas etnias, puestos de dulces y locales que venden comida ya preparada, entre muchos otros.
Justo afuera del mercado se encuentra una tienda de vinos locales; una microcervecería; un molino de café orgánico; tiendas de artesanías... De hecho, hay una serie de talleres donde se pueden ver a los artistas locales trabajando su obra, ya sea pintura, escultura, vidrio soplado, diseños de moda…
No hay que perderse de conocer la tienda de escobas: tiene modelos mejores que la Nimbus de Harry Potter. Realmente, es posible pasar un día entero por aquí, degustando y comprando.
Una excelente opción apra visitarlo es toamr un tour con Edible British Columbia, un guía te lleva por todos los recovecos y explica las regiones de donde provienen los alimentos, el movimiento del mercado y te invita a conocer y saborear las delicias de la gastronomía y sus productos locales.
Puente Colgante Capilano
Localizado al norte de la ciudad este parque natural cuenta con espacios espectaculares para apreciar mejor el bosque y sus árboles milenarios, como los abetos de Douglas –uno de ellos de unos 1300 años con 63 metros de altura y 6 metros de diámetro-. La magia esta en su puente colgante de 70 metros de altura y con 137 metros de largo que cruza la cañada del río Capilano, el Puente Colgante Capilano crea una experiencia para dejar sin aliento a los visitantes.
Una vez que se cruza el puente se encuentran señalamientos a múltiples veredas y un circuito de 7 pequeños puentes colgantes que van de árbol a árbol y nos acercan a sus follajes, algunos de los cuales alcanzan una altura de 30 metros sobre la base del bosque húmedo. Esta experiencia se puede hace de forma independiente o tener una visita guiada.
El estelar es un Paso Volado que abrió el año pasado. Esta experiencia hace que se detenga el corazón. Con el piso traslucido da la sensación de estar parados sobre la nada. Su base metálica sujeta a la ladera de granito.
Grouse Mountain
También dentro de la ciudad se tiene acceso a la aventura y a los deportes de invierno –como el esquí y el snowboard- para acceder a Grouse Mountain hay que subir en teleférico que ofrece un paseo escénico con vistas panorámicas de Lower Mainland.
La montaña cuenta con un refugio para la vida silvestre y especies en peligro, como el lobo y el oso grizzly, además cuenta con shows y concursos de leñadores, veredas y rutas para alpinismo, demostraciones de cetrería y tours en helicóptero, y todo esto a sólo 15 minutos de Vancouver.
Con esta filosofía ecológica propia de Vancouver, este resort cuenta con electricidad eólica, producida por un Ojo del Viento, este molino de viento permite que la operación del parque se realice únicamente con energía autosustentable. La diferencia con otros es que es te puede visitar gracias a un elevador que permite subir hasta las hélices. Tiene una altura de 65 metros.
Por Alicia Boy | Viajes de Verano
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