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sábado, 26 de junio de 2010

Petra: El reino perdido de Indiana Jones

Petra es sin duda uno de los grandes tesoros arqueológicos del mundo, y la atracción más importante de Jordania.

La mayor parte del atractivo de Petra procede de sus impresionantes montañas de arenisca multicolor; es un lugar aislado de escarpada laderas rocosas, cimas recortadas y profundos acantilados, en los que se excavaron la mayoría de las tumbas, fachada, teatros y escaleras.

Naturaleza y arquitectura concurren para conferirle un aura mítica al lugar. La mayoría de la gente, cuando se les pregunta, le dirán que Petra es una antigua ciudad que fue excavada en la roca por los nabateos y que se convirtió en su capital.

No es del todo correcto; para apreciar completamente el lugar, hay que saber algo más sobre sus constructores:

Los nabateos eran antiguas tribus árabes procedentes de la península arábiga, que se asentaron en el sur de Jordania hace más de 2200 años.

Con el correr de los siglos, acabaron convirtiéndose en los indiscutibles amos de las rutas comerciales de la región.

Los beneficios obtenidos con el negocio de las caravanas les permitió establecer y organizar un poderoso reinado que se extendía hasta Damasco e incluía partes de los desiertos del Sinaí y Negev, gobernando con eficacia la mayor parte de Arabia.

No era una tarea fácil si consideramos que la región estaba bajo la dominación de las principales facciones rivales, los hasmoneos y posteriormente los romanos.

Lucharon en encarnizadas guerras y recurrieron a astucias diplomáticas para conservar su independencia y civilización, pero el todo poderoso Imperio Romano no estaba dispuesto a tolerar una reino nativo fuerte, y lo inevitable acabó pasando, en el año 106 d.C., cuando el reino nabateo fue anexado al Imperio Romano.

Incluso así, Petra y la civilización nabatea siguieron floreciendo y prosperando durante muchos años mas, hasta que sus fuentes de riqueza empezaron a mermar debido a varios factores como la sustitución de las rutas comerciales por el transporte en barco y la menor demanda de incienso a medida que la cristiandad iba sustituyendo las religiones paganas.

Finalmente, los gloriosos logros nabateos y la maravillosa ciudad de Petra se convirtieron en ruinas.

Los nabateos eran gente inteligente y práctica, nunca creyeron en la exclusividad nacional, estaban abiertos alas influencias de culturas externas, las absorbían y les añadían su propio toque nativo.
EI resultado final de esta interacción fue una maravillosa mezcla cultural. Un pequeño paseo por Petra da testimonio de ello.

Contemple cualquiera de los monumentos excavados en la piedra y podrá distinguir estilos propios del arte clásico (grecorromano), egipcio, mesopotámico y local fusionados en cada obra de arte.

Petra rebosa influencias de las culturas extranjeras y locales. La ciudad palpitaba de vida, recorrida par calles pavimentadas, terrazas agrícolas, sistemas de canalización del agua, obras de arte y templos, sin olvidar los teatros.

No obstante, tras alcanzar su punto culminante en la historia, Petra fue abandonada gradualmente y después del siglo XIV se perdió completamente en el oeste, hasta que el viajero suizo llamado Johann Ludwig Burckhards la redescubrió en el año 1812.

Petra: datos prácticos
Todo lo que debes saber para organizar tu visita a Petra y sus maravillas.....

Petra se encuentra a solo tres horas de coche desde Amán por la moderna autovía del desierto y a cinco horas por el camino de los Reyes (con mejores paisajes). Salga de Amán desde el séptimo círculo y siga las señales de color marrón.

Para llegar en autobús, hay que tomar los de la compañía JETT, que sale domingos, martes y viernes a las 6,30 desde la estación de Abdali en Amán. Los autobuses de regreso dejan Wadi Musa (la localidad cercana a Petra) a las 16 hs. y llegan a Amán a las 20,30 hs.

En taxi, el viaje cuesta alrededor de US$ 50.

Desde Israel, pueden tomarse excursiones desde Eilat, en el sur, que salen temprano y regresan en el día, o desde el norte del país. En este último caso, deberá alojarse de noche en Amán ya que la distancias son demasiado grandes como para ir y volver en el día (una buena oportunidad de visitar las otras atracciones turísticas de Jordania).

Dónde comer y alojarse
Petra (Wadi Musa) dispone de numerosos hoteles que se adaptan a todos los gustos y a todos los presupuestos. Es recomendable que reserve todo con antelación.
También ofrece una buena gama de restaurantes, tanto de comida típica como internacional, a la carta o buffet de precio fijo.

El acceso a Petra

La entrada a Petra es paga, y se ingresa a través de un complejo del ministerio de Turismo de Jordania bordeado por kioscos y tiendas de recuerdos, que se encuentra a 800 m. del ingreso al desfiladero de 1,2 km. que da acceso a los monumentos propiamente dichos.Es decir: hay que caminar 4 km. de ida y vuelta, pero para quienes no deseen caminar –sobre todo en verano- es posible contratar diferentes medios de transporte: camellos, burros y coches “tracción a sangre”.

El desfiladero no es sólo un lugar de paso, sino que contiene varios puntos de interés como el sistema de transporte de agua, restos arqueológicos diversos y simpáticas tradiciones como la de “los novios” (pregunte a su guía de qué se trata…).

Dentro de Petra:
A la salida del desfiladero se encuentran los monumentos más famosos de Petra, que es posible recorrer en el día si no se llega muy tarde (el sitio cierra alrededor de las 18 hs., y hay que tener en cuenta que en invierno oscurece muy temprano).

Además, algunos monumentos que exigen un estado físico moderadamente bueno pues hay que trepar un poco para alcanzarlos.

Otros monumentos se encuentran algo más alejados, por lo que no es posible visitar todo Petra en solo un día (aún recurriendo al transporte en camello que le ofrecerán en incontables ocasiones).

En el camino central del sitio, se encuentran varias tiendas donde comer, tomar algo, y comprar recuerdos.(Fuente: enplenitud.com)

LOS EXTRAÑOS MONUMENTOS DE PETRA

Al lado de una rambla habitualmente seca, en un paisaje montuoso y desértico, lo primero que halla el viajero son los Djin Blocks, monumentos de forma cuadrada y de construcción nabatea, de función misteriosa. Pudiera tratarse de una tipología inusual de tumbas, aunque tampoco sería extraño que fueran construcciones en honor del dios nabateo Dushara, representado usualmente con forma geométrica.

Muy cerca aparecen ya construcciones monumentales. La primera es la tumba de los obeliscos, coronada por cuatro de estos. Debajo de los obeliscos se observa un triclinio y en la parte inferior tres habitaciones que hacen sospechar que estuvieron destinadas a la organización de banquetes funerarios. La influencia de la arquitectura egipcia es evidente.

Poco más adelante se inicia el Siq, que no es sino un angosto desfiladero de cuatro a seis metros de anchura, 40 a 170 metros de alto y 1,2 kilómetros de longitud.
El desfiladero fue tal vez una vía de purificación espiritual, un lugar donde encanta el ambiente de silencio, en el que se goza del frescor de la umbría y del aroma de las higueras que crecen entre la roca, y al que llegan cantos de alondras.

En las paredes se observan hornacinas en honor al dios Dushara, un desfile procesional de hombres y animales (casi borrado por el tiempo y la barbarie), inscripciones históricas y hasta un altar de sacrificios, sencillo, en medio del camino, y al lado de un pequeño habitáculo excavado en la roca, tal vez lugar del sacerdote o para almacén de elementos de culto.

El tortuoso avance por el Siq termina de forma abrupta, cuando por la estrecha abertura del desfiladero aparece El Tesoro.

EL TESORO DEL FARAÓN
El Tesoro es el edificio más emblemático de la ciudad, ubicado estratégicamente en un espacio reducido y relativamente protegido de la intemperie, con un suave color rosado y una factura sumamente clasicista.

El conjunto esta integrado por una fachada de dos niveles, la de abajo sostenida por seis columnas, y coronada por sendos obeliscos no finalizados. El interior es una sala funeraria cuadrada sin decoración actual alguna.

A partir de este lugar el Siq varía en dirección noroeste, pasando ante otra sala sagrada, frente al Tesoro, donde debieron realizarse antaño funciones relativas a los enterramientos.

El viajero sigue adelante, hacia el corazón de Petra, por la calle de las Fachadas. Se trata de un denso conjunto de tumbas construidas por los nabateos en los farallones rocosos, con un evidente parentesco con el arte asirio. Se puede acceder fácilmente a ellas, y hay al menos una cuarentena, de estructura notablemente similar.

Si se continúa la dirección de la rambla, inmediatamente se halla el teatro. Los nabateos lo construyeron en el siglo I a de C. para un aforo de unos 4.000 espectadores. Lo hicieron al modo griego, más abierto hacia el exterior. Los romanos, tras la conquista de la ciudad, ampliaron el lugar para darle un aforo de 7.000 personas. Pero un terremoto lo dañó severamente en torno al 363 después de Cristo, y parte de la estructura se reutilizó en otras dotaciones.

LAS TUMBAS REALES
El desfiladero deja de serlo a la altura del teatro, y en la montaña de la parte opuesta aparecen unos inmensos enterramientos colectivos, los más grandes, denominados Tumbas Reales.

Es especialmente destacable la Tumba de la Urna, donde se guardaron los restos del rey nabateo Maluchos II, con una gran terraza abierta y columnatas en torno a ella, y un gran interior de paredes rectilíneas y gran capacidad (18 por 20 metros).

Esta tumba tuvo utilización civil en tiempos romanos y fue catedral bizantina más tarde. En el fondo tiene, para la función religiosa, tres pequeñas cámaras abiertas.
Otras tumbas son las de La Seda, interesante por sus coloraciones; La Corintia, muy deteriorada, pero de una estructura similar a la del tesoro, y la monumental tumba del Palacio, de inmensa fachada.

Siguiendo la dirección de la rambla y paralela a ésta, aparece la vía romana pavimentada, el decumanus, construida en el 106 al modo romano y centro de la nueva ciudad.

En torno a ella se amontonan restos de numerosos monumentos: el ninfeo, los mercados, el Palacio Real, los baños nabateos, y las puerta del Témenos. Cerca de la calle aparece, orgulloso, otro templo nabateo de considerables dimensiones, que se ha mantenido vigorosamente enhiesto hasta la actualidad. Los beduinos le llaman Templo de la Hija del Faraón, y está en proceso de restauración. Probablemente se trata de un gran lugar de culto, en honor del dios Dushara. Tienen sus muros 23 metros de altura y es un documento excepcional constructivo porque se trata de la única edificación nabatea no excavada en la piedra.

En la zona norte del decumanus abundan las ruinas. Entre ellas las de sendas iglesias bizantinas; el templo de los leones alados, dedicado a la diosa de la fertilidad, Atargatis, compañera de Dushara; los recintos amurallados y el Monasterio, muy parecido al Tesoro, aunque mayor. Es un magnífico edificio del siglo III a. C. y fue utilizado de iglesia en época bizantina, como atestiguan las cruces talladas en los muros.

En todo el territorio de Petra y alrededores se pueden hacer recorridos distintos para conocer elementos adicionales, entre ellos los castillos de los cruzados.

Petra ha pasado a ser un importante objetivo turístico, e incluso un lugar de rodaje de secuencias cinematográficas, como alguna película de Indiana Jones. Recientemente filmó allí el escritor Juan José Benítez un documental sobre el Arca de la Alianza.

Sin embargo Petra corre el riesgo de convertirse en un parque temático y perder su personalidad. Por un lado, ha habido momentos de una presión de visitantes altísima. Por otro, hay que alertar sobre el cuidado en aspectos como la restauración. Es una pena ver el suelo del Siq cubierto de cemento, con lo barato que hubiera sido empedrarlo a la manera romana, como estuvo antaño.

Fuente: Tomas Alvarez/EFE

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